jueves, 3 de diciembre de 2015

FILANDÓN DE DICIEMBRE

LAS TORMENTAS

Hoy os voy a contar una historia que sucedió en mi pueblo, Cabreros del río,el 27 de Junio de 1951, más concretamente, a las cinco de la tarde. Ese día se presentó una tormenta de agua, granizo, rayos y truenos, que durante más de dos horas fue un espectáculo atronador,
Como la mayoría de los vecinos estaban en el campo trabajando mis abuelos con sus padres. Se tuvieron que refugiar en una caseta de la finca, que usaban para el trabajo y librarse del frío y el agua cuando era menester.
En esta ocasión, así lo hicieron, pero fue tanta el agua que cayó que el campo se convirtió en un mar, entrando este en dicha caseta, con lo cual salieron de ella mojados, caminando hacia el pueblo con el peligro de no saber exactamente donde estaba el camino, resultando muy difícil llegar a casa, donde les esperaba otra tarea, que era sacar el agua que había entrado en ella.
Después de toda esta tragedia en la que ya parecía que todo estaba en calma, a eso de las dos de la madrugada, les despertó el sonido de las campanas y otra vez a la calle, con un mal presentimiento.¿Qué pasará ahora? Se preguntaban los vecinos.
Y así, medio en prosa, medio en verso, os voy a relatar lo que pasaba:

" Fue un toque de campanas que a todos los asustó.
Saliendo de nuestras casas con un pánico atroz.
Se reunieron los vecinos y todos se preguntaron
¿Qué habrá pasado esta noche que las campanas han sonado?
Pronto llegó la noticia que la presa había reventado,
peligrando nuestras casas si no intentamos taparlo.
Caminando se dirigen hacia la rotura esta
para ver si entre todos logran tapar esta acequia.
Con trabajo y con sudor no tardaron en lograrlo.
Y aunque contentos quedaron, aquello no descuidaron.
Pues allí quedaron dos jóvenes para vigilarlo.
No volviera a resurgir otro chasco.
Al amanecer el día, todo el pueblo más calmado,
se acercaban hasta el dique que había reventado.
Y cada uno contaba la noche que había pasado.
Pensando lo que sucedería de no haber sido tapado. "

Historia de Ángeles Baro Vega contada a su nieta Andrea Bernardo Fresno.



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