martes, 27 de octubre de 2015

Festividad de todos los santos


DON JUAN TENORIO – JOSÉ ZORRILLA ( 1844)

¡Cuál gritan  esos malditos!
 Pero, ¡mal rayo me parta
 si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos!  (Don Juan. Escena primera)

Acto IV: Don Juan consigue encontrarse con Doña Inés a pesar de la oposición del padre de ella.


DON JUAN             
Cálmate, pues, vida mía
reposa aquí, y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.

¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
(...)
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en tu interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?

Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas,…

Y ese encendido color
que en tu semblante no había
¿ No es verdad , hermosa mía,
que están respirando amor?

¡Oh! Sí, bellísima Inés
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es.

Mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.

 DOÑA INÉS

Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.

¡Ah! Callad por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
 y se arde mi corazón.

¿Y qué he de hacer ¡ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?

No, don Juan, en poder mío
Resistirte no está ya.
Yo voy a ti, como va
Sorbido al mar ese río.

Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.

¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame porque te adoro





Clamé al cielo y no me oyó,
 y pues sus puertas me cierra,
 de mis pasos en la tierra
 responda el cielo, y no yo. (Don Juan. Escena quinta)

Ah! Por doquiera que fui,
la razón atropellé,
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la virtud escarnecí
y a la justicia burlé.
Y emponzoñé cuanto vi,
   y a las cabañas bajé,
y a los palacios subí,
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y los claustros escalé;
y pues tal mi vida fue,
no, no hay perdón para mí.





Dios, en su santa  clemencia,
te concede todavía,
 don Juan, hasta el nuevo día
para ordenar tu conciencia  (Espectro del Comendador. Escena séptima)
- Misterio es que en comprensión
no cabe de criatura:
 y solo en vida más pura
 los justos comprenderán
 que el amor salvó a don Juan
 al pie de la sepultura (Espectro de Doña Inés. Última escena)

- Mañana a los sevillanos
 aterrará el creer que a manos
de mis víctimas caí.
  Mas es justo: quede aquí /
  al universo notorio
 que,  pues me abre el purgatorio
 un punto de penitencia, 
 es el Dios de la clemencia,
 el Dios de don Juan Tenorio (Don Juan. Última escena)




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